En sus primeros meses de vida el bebé se alimenta exclusivamente con leche materna o en su defecto con leche de fórmula. En realidad el bebé no necesita nada más y su organismo no está preparado para digerir y asimilar otros alimentos. Sin embargo, hacia el cuarto o sexto mes, el niño ya está listo para empezar a disfrutar de otros alimentos a menos que el pediatra indique otra cosa. Podremos empezar a diversificar su dieta introduciendo las papillas de cereales y, cuando las tome bien, los purés de frutas por las tardes para merendar esto le dará un aporte de vitaminas naturales y fibra.
Los alimentos no lácteos se deben introducir en este periodo con mucha prudencia, debemos prepararlos del modo adecuado y dárselos con la consistencia y en la cantidad adecuada para no dañar el aparato digestivo ni el riñón del bebé.
Debemos tener en cuenta que dicha alimentación es complementaria a la leche y nunca sustitutoria. Los alimentos se introducen gradualmente y poco a poco añadiendo uno nuevo cada vez, si al niño no le gusta no se le debe obligar, no se insiste y se deja para intentarlo de nuevo más adelante.
En esta etapa, el niño pasa de sólo succionar a comer también con cuchara, esto le permitirá saborear los nuevos alimentos, también cambiará la textura de su alimento pasando de líquido a triturado. A partir de los 4 meses empezaremos a introducir los cereales, al principio le daremos cereales sin gluten (arroz y maíz) para evitar posibles intolerancias y sensibilizaciones a esta proteína. Estos cereales son una fuente externa de energía y le aportan proteínas, minerales, vitaminas, ácidos grasos esenciales e hidratos de carbono de absorción lenta con lo cual se va a distanciar el tiempo de las tomas de biberón. Cuando sea más mayor podremos introducir otros cereales como trigo, avena, centeno y cebada
Entre los 4 y 6 meses de vida también se pueden empezar a introducir las frutas, estas serán complementarias a su aporte de leche diario, no olvidemos que nunca deben sustituir la toma. Para la preparación del puré de fruta debemos comenzar usando manzana, naranja y pera, después introduciremos otras como uvas, ciruelas, cerezas y plátano la forma de introducirlas en su menú será de una en una para ir observando si le produce al niño algún tipo de alergia. El mango, la papaya, sandía y melón es preferible dejarlas para más adelante por ser demasiado dulces. Ni que decir tiene que usemos la que usemos deben ir muy limpias y no llevar hueso ni pepitas. Los cítricos, naranja y la mandarina, algunos pediatras recomiendan dejarla para después del año por ser considerarlas más alergénicas.
Otras frutas como la fresa y el melocotón se deben dejar para cuando el niño haya cumplido los doce meses, ambas suelen ser también más alergénicas. Las galletas no se deben introducir en esta etapa porque pueden llevar gluten. No olvidar que debemos evitar añadir azúcar o edulcorantes a las papillas.
A partir de los seis meses podemos ir cocinando sus primeras papillas saladas, que consistirá en un puré de verduras y pollo en una cantidad inicial de 60 a 70 grs de dicha carne que iremos aumentando progresivamente hasta 120. No añadir sal. Evita acelgas, espinacas y nabos, entre otras, hasta que cumpla el año, ya que poseen un sabor fuerte y un alto contenido en nitratos.
Resumiendo, entre los 4 y 6 meses de vida, el niño pasa a tomar purés y a complementar su alimentación con nuevos alimentos que se irán introduciendo poco a poco y por separado, para que el bebé se vaya acostumbrando a las nuevas texturas, sabores y los vaya asimilando. Nosotros deberemos estar pendientes de que no se produzca ningún problema de intolerancia ni alergia en el bebé. Todos los cambios en la alimentación de nuestro pequeño deben de ir de la mano del pediatra, siempre bajo su vigilancia y consejo.